Según las últimas ideas de Justin Sun, el auge explosivo de las memecoins no se trata solo de la broma—es fundamentalmente sobre capturar y monetizar la cultura de internet. La verdadera pregunta es: ¿qué diferencia a un meme que se convierte en un activo rentable de uno que nunca despega?
Considera esto: no todos los nombres de celebridades o momentos virales pueden convertirse instantáneamente en un token valioso. Toma como ejemplo Biden coin—que un concepto suene pegajoso no significa que la gente realmente invierta en ello. La brecha crítica está entre emitir un token y ganar tracción real en el mercado. El propio Biden no ha pasado de ser una figura política a convertirse en un meme de internet reconocible o en una IP cultural que los fans apoyarían.
¿Qué realmente gana en la fiesta del meme? Según Sun, se reduce a la dominancia en la economía de la atención. Los tokens que se disparan en valor comparten un rasgo común: han logrado atravesar el ruido y convertirse en parte del zeitgeist de la cultura de internet. No basta con lanzar; necesitas poseer una parte de la conciencia colectiva. Los ganadores son aquellos que resuenan lo suficientemente profundo como para que las comunidades participen voluntariamente, promoviendo, manteniendo y creyendo en la narrativa.
La lección aquí es clara: en la economía del meme, la atención es la materia prima, y solo aquellos que pueden convertir esa atención en compromiso genuino crean valor duradero. Es menos sobre el nombre detrás de la moneda y más sobre si captura la cultura en el momento justo.
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La Fórmula de la Fiesta Meme: Por qué algunas monedas se vuelven virales mientras otras fracasan
Según las últimas ideas de Justin Sun, el auge explosivo de las memecoins no se trata solo de la broma—es fundamentalmente sobre capturar y monetizar la cultura de internet. La verdadera pregunta es: ¿qué diferencia a un meme que se convierte en un activo rentable de uno que nunca despega?
Considera esto: no todos los nombres de celebridades o momentos virales pueden convertirse instantáneamente en un token valioso. Toma como ejemplo Biden coin—que un concepto suene pegajoso no significa que la gente realmente invierta en ello. La brecha crítica está entre emitir un token y ganar tracción real en el mercado. El propio Biden no ha pasado de ser una figura política a convertirse en un meme de internet reconocible o en una IP cultural que los fans apoyarían.
¿Qué realmente gana en la fiesta del meme? Según Sun, se reduce a la dominancia en la economía de la atención. Los tokens que se disparan en valor comparten un rasgo común: han logrado atravesar el ruido y convertirse en parte del zeitgeist de la cultura de internet. No basta con lanzar; necesitas poseer una parte de la conciencia colectiva. Los ganadores son aquellos que resuenan lo suficientemente profundo como para que las comunidades participen voluntariamente, promoviendo, manteniendo y creyendo en la narrativa.
La lección aquí es clara: en la economía del meme, la atención es la materia prima, y solo aquellos que pueden convertir esa atención en compromiso genuino crean valor duradero. Es menos sobre el nombre detrás de la moneda y más sobre si captura la cultura en el momento justo.