La historia de OOB es un ejemplo clásico de cómo grandes inversiones no logran salvar un proyecto en caída libre. Las acciones de VCI Global se desplomaron impresionantes 99,9% desde principios de año, un colapso que deja a cualquier inversor en estado de shock, independientemente de la calidad del apoyo que la empresa haya recibido.
La inyección que no despegó
Tether y Anatoly Yakovenko, cofundador de Solana, inyectaron US$ 100 millones en tokens OOB en la empresa. Parece bastante ambicioso en papel, ¿verdad? La cuestión es que el 98,4% de esa movilización se realizó mediante intercambios de acciones, no como capital real entrando en caja. Tether quedó con el 39,8% de las acciones PIPE, consolidando su presencia en el ecosistema.
Los números que cuentan la verdad
El 4 de diciembre, las acciones alcanzaron un pico de volumen: 5,7 millones de papeles movidos, triplicando la media de los 30 días anteriores. Pero el mercado no se dejó engañar. El valor de mercado se redujo a unos ridículos US$ 7,66 millones, mientras que el precio de cierre de las acciones fue de US$ 1,17 — muy por debajo del precio ajustado de IPO de US$ 1.440.
¿Solana como tabla de salvación?
El TVL de Solana alcanzó US$ 10 mil millones en noviembre, una señal positiva. Incluso, Oobit migró a la blockchain de Solana en busca de liquidaciones más ágiles. Aun así, las acciones continuaron cayendo, ignorando por completo estos desarrollos técnicos.
La autorización de RWA que nadie pidió
A principios de diciembre, la empresa anunció una autorización para RWA (Real World Assets) por valor de US$ 200 millones. Un movimiento que parecía estratégico, pero el mercado mantuvo su postura pesimista y desconfiada.
La moraleja de la historia: ni inversiones de peso, ni aportes de nombres conocidos, ni movimientos estratégicos lograron impedir la caída del 99,9% de las acciones. El mercado habló claro.
Esta página puede contener contenido de terceros, que se proporciona únicamente con fines informativos (sin garantías ni declaraciones) y no debe considerarse como un respaldo por parte de Gate a las opiniones expresadas ni como asesoramiento financiero o profesional. Consulte el Descargo de responsabilidad para obtener más detalles.
Incluso con una inversión de US$ 100 millones en OOB, las acciones de VCI Global se desploman un 99,9% en el año
La historia de OOB es un ejemplo clásico de cómo grandes inversiones no logran salvar un proyecto en caída libre. Las acciones de VCI Global se desplomaron impresionantes 99,9% desde principios de año, un colapso que deja a cualquier inversor en estado de shock, independientemente de la calidad del apoyo que la empresa haya recibido.
La inyección que no despegó
Tether y Anatoly Yakovenko, cofundador de Solana, inyectaron US$ 100 millones en tokens OOB en la empresa. Parece bastante ambicioso en papel, ¿verdad? La cuestión es que el 98,4% de esa movilización se realizó mediante intercambios de acciones, no como capital real entrando en caja. Tether quedó con el 39,8% de las acciones PIPE, consolidando su presencia en el ecosistema.
Los números que cuentan la verdad
El 4 de diciembre, las acciones alcanzaron un pico de volumen: 5,7 millones de papeles movidos, triplicando la media de los 30 días anteriores. Pero el mercado no se dejó engañar. El valor de mercado se redujo a unos ridículos US$ 7,66 millones, mientras que el precio de cierre de las acciones fue de US$ 1,17 — muy por debajo del precio ajustado de IPO de US$ 1.440.
¿Solana como tabla de salvación?
El TVL de Solana alcanzó US$ 10 mil millones en noviembre, una señal positiva. Incluso, Oobit migró a la blockchain de Solana en busca de liquidaciones más ágiles. Aun así, las acciones continuaron cayendo, ignorando por completo estos desarrollos técnicos.
La autorización de RWA que nadie pidió
A principios de diciembre, la empresa anunció una autorización para RWA (Real World Assets) por valor de US$ 200 millones. Un movimiento que parecía estratégico, pero el mercado mantuvo su postura pesimista y desconfiada.
La moraleja de la historia: ni inversiones de peso, ni aportes de nombres conocidos, ni movimientos estratégicos lograron impedir la caída del 99,9% de las acciones. El mercado habló claro.