Estos últimos años, ciertamente ha habido muchas personas que han salido del mundo de las criptomonedas, pero las razones detrás de ello quizás no sean como piensas. No se trata de una caída en la fe, ni de un simple ciclo de mercado alcista y bajista, sino de que las reglas del juego han cambiado por completo.

El mundo de las criptomonedas ya ha pasado de una era impulsada por narrativas a una fase de PVP acelerado. Antes, un buen proyecto necesitaba crecer lentamente — había quienes escribían código, quienes gestionaban comunidades, y además había controversias y reestructuraciones en el medio. Ciclos largos, bajo costo de prueba y error, siempre que realmente estuvieras construyendo, había oportunidad de corregir.

¿Y ahora? Los procesos se han comprimido hasta un nivel increíble: una vez que se lanza un token, se anuncia un CA, algunos influencers lo comparten, la línea K se completa, la liquidez se extrae, la historia de un proyecto termina en unos días. Esto no es competencia, esto es eliminación rápida.

Lo que se elimina no es la verdadera capacidad, sino tu tiempo de reacción.

La consecuencia más aterradora de la aceleración del PVP no es que se vuelva más brutal, sino que la riqueza comienza a concentrarse de manera loca. Un pequeño grupo de jugadores principales controla las fuentes de información, los canales de liquidez y el control de la opinión pública. Y la mayoría de los minoristas ni siquiera tienen tiempo de entender para qué sirve ese proyecto, si la comunidad está trabajando en ello, o de dónde proviene el consenso, y el mercado ya se ha dado la vuelta y se ha ido.

Muchos finalmente optan por salir, no porque hayan perdido todo, sino porque ya no ven ningún sentido en su existencia.

Las monedas MEME en sí mismas no están mal. Los MEME verdaderamente valiosos requieren años de acumulación, inversión constante de dinero real, acompañamiento a largo plazo a la comunidad y un cuidado sincero — para que cada participante pueda sentir realmente su valor. Eso es lo que realmente es escaso.