En estos años en el mundo de las criptomonedas, he visto a muchas personas caer en trampas por querer facilitar las cosas. Un amigo una vez me mostró con entusiasmo su supuesta configuración perfecta: una sola cartera, un par de claves privadas, una app, y además un robot de trading automático; pensaba que así todo quedaba limpio y ordenado, y que se veía bien. Yo asentí con una sonrisa, pero en realidad me empezó a dar un poco de inquietud.
Porque sé muy bien: cuando los activos y el código se entrelazan, la simplicidad se convierte en el lujo más caro.
Una semana después, me envió un mensaje en la madrugada, con un tono sorprendentemente calmado—el robot firmó por sí mismo algunas cosas que ni siquiera había autorizado. El problema no era el robot en sí, sino que los permisos estaban demasiado laxos. Era como tener una llave maestra que abre todas las puertas; si se pierde, toda la fortuna queda expuesta sin remedio.
Esta lección me hizo entender muy bien el concepto de separación de identidad propuesto por el proyecto KITE(KITE)—no porque suene sofisticado, sino porque es como pagar la matrícula con dinero de verdad. ¿Quién quiere volver a pagarla otra vez?
El método tradicional en realidad es un sistema de clave única. Entregar esa llave a cualquier agente, script, plugin de terceros, o incluso a uno mismo en estado de sueño, equivale a ceder todo el poder de decisión. Además, no es como devolver un objeto prestado; si se abusa de los permisos, no hay vuelta atrás.
La propuesta de KITE divide los niveles de identidad en tres dimensiones: nivel de usuario, nivel de agente y nivel de sesión. Tres llaves, tres niveles de permisos, y así se divide el riesgo una y otra vez.
El nivel de usuario eres tú mismo, la clave raíz de nivel más alto. Debe realizar la menor cantidad de operaciones posible, como una propiedad inmobiliaria que permanece cerrada y sin mover. Su principal función es definir las reglas—quién puede hacer qué, hasta qué punto, actuando como el último freno. El resto del poder de ejecución se delega en cada nivel, y los permisos en cada uno están estrictamente limitados a un rango específico. De esta forma, incluso si algo falla en un punto, el daño será local y no afectará al conjunto.
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EternalMiner
· hace15h
Al final, todavía tienes que tener más llaves, no puedes entregar la puerta de tu vida a un robot
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HodlAndChill
· hace15h
Otra vez en la trampa de "lo simple es hermoso"... He visto demasiadas veces a amigos enfrentarse a esto y lo entiendo profundamente.
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LiquidityWizard
· hace15h
Vaya, esta historia me hizo sentir un nudo en el corazón, el sistema de llave única realmente es como cavarse su propia tumba.
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PerpetualLonger
· hace15h
Vaya, este amigo mío es igual que un colega, siempre quiere hacer algo como un botón de autocompleto, y al final el robot lo vendió solo. En ese momento dije que esa jugada era demasiado peligrosa, pero él insistió en parecer un experto. ¿Y ahora? Tiene toda la posición comprada en la caída.
La separación de permisos suena bien, pero para ser honesto todavía prefiero vigilar el mercado yo mismo. Por más que tenga diferentes niveles, no hay nada como hacerlo con rapidez manual. Pero esta vez tengo que pensarlo bien, por si llega un mercado bajista y quiero aumentar la posición, no puedo estar mirando el móvil todo el día...
Hablando de KITE, este plan sí que tiene algo, mucho más confiable que los scripts desordenados que usaba antes. De todas formas, ya me estafaron una vez, si no aprendo a ser más inteligente, realmente no hay salvación.
En estos años en el mundo de las criptomonedas, he visto a muchas personas caer en trampas por querer facilitar las cosas. Un amigo una vez me mostró con entusiasmo su supuesta configuración perfecta: una sola cartera, un par de claves privadas, una app, y además un robot de trading automático; pensaba que así todo quedaba limpio y ordenado, y que se veía bien. Yo asentí con una sonrisa, pero en realidad me empezó a dar un poco de inquietud.
Porque sé muy bien: cuando los activos y el código se entrelazan, la simplicidad se convierte en el lujo más caro.
Una semana después, me envió un mensaje en la madrugada, con un tono sorprendentemente calmado—el robot firmó por sí mismo algunas cosas que ni siquiera había autorizado. El problema no era el robot en sí, sino que los permisos estaban demasiado laxos. Era como tener una llave maestra que abre todas las puertas; si se pierde, toda la fortuna queda expuesta sin remedio.
Esta lección me hizo entender muy bien el concepto de separación de identidad propuesto por el proyecto KITE(KITE)—no porque suene sofisticado, sino porque es como pagar la matrícula con dinero de verdad. ¿Quién quiere volver a pagarla otra vez?
El método tradicional en realidad es un sistema de clave única. Entregar esa llave a cualquier agente, script, plugin de terceros, o incluso a uno mismo en estado de sueño, equivale a ceder todo el poder de decisión. Además, no es como devolver un objeto prestado; si se abusa de los permisos, no hay vuelta atrás.
La propuesta de KITE divide los niveles de identidad en tres dimensiones: nivel de usuario, nivel de agente y nivel de sesión. Tres llaves, tres niveles de permisos, y así se divide el riesgo una y otra vez.
El nivel de usuario eres tú mismo, la clave raíz de nivel más alto. Debe realizar la menor cantidad de operaciones posible, como una propiedad inmobiliaria que permanece cerrada y sin mover. Su principal función es definir las reglas—quién puede hacer qué, hasta qué punto, actuando como el último freno. El resto del poder de ejecución se delega en cada nivel, y los permisos en cada uno están estrictamente limitados a un rango específico. De esta forma, incluso si algo falla en un punto, el daño será local y no afectará al conjunto.