IA práctica vs. supremacía de la IA: por qué China y Estados Unidos están jugando juegos completamente diferentes

Mientras Washington persigue una ambiciosa misión de desarrollar inteligencia artificial general antes que cualquier rival, la estrategia de IA de China opera sobre una premisa fundamentalmente diferente. En lugar de perseguir avances teóricos que puedan redefinir el orden mundial, Beijing ha dirigido su sector tecnológico—incluidas empresas como DeepSeek—hacia la resolución de problemas cotidianos: mejorar los rendimientos agrícolas, acelerar los tiempos de respuesta ante emergencias y construir sistemas inteligentes que aumenten la eficiencia en diversos sectores.

Esta divergencia revela dos visiones contrapuestas del futuro de la inteligencia artificial. La administración de Trump enmarcó la IA como una competencia existencial donde el ganador obtiene un dominio estratégico. La estrategia de IA de China, bajo la dirección del Presidente Xi Jinping, prioriza el despliegue inmediato y el impacto práctico sobre los avances especulativos.

Cómo Cada Nación Está Invirtiendo en Inteligencia Artificial

El compromiso de Beijing con el desarrollo orientado a aplicaciones se refleja en sus mecanismos de financiación. En enero, el gobierno lanzó un fondo de IA de 8.400 millones de dólares dirigido a startups. Ciudades, provincias e instituciones financieras han lanzado programas complementarios como parte de la iniciativa más amplia “AI+”. El gabinete recientemente delineó planes para integrar la IA en la investigación científica, la manufactura y la educación hasta 2030, enmarcando la tecnología como un motor de desarrollo económico.

El enfoque de Washington se concentra en la inversión en las principales corporaciones. Empresas como OpenAI, Meta y Google han comprometido recursos enormes a la investigación de AGI, creyendo que las máquinas superinteligentes desbloquearán industrias completamente nuevas y proporcionarán ventajas geopolíticas. Algunos analistas predicen que la superinteligencia podría emerger para 2027, impulsando a las empresas a acelerar la adquisición de chips, la captación de talento y la construcción de centros de datos. Incluso, el Congreso ha propuesto un equivalente al “Proyecto Manhattan” para el desarrollo de AGI.

Sin embargo, recientes reveses han cuestionado la viabilidad de esta estrategia. El lanzamiento muy publicitado de GPT-5 por parte de OpenAI decepcionó a los mercados el mes pasado. El CEO Sam Altman reconoció públicamente problemas de ejecución y advirtió que el sector enfrenta una burbuja de inversión. Mientras tanto, el ex CEO de Google, Eric Schmidt, y la analista Selina Xu señalaron en su columna en The New York Times que el enfoque singular de Estados Unidos en superar la inteligencia humana corre el riesgo de permitir que China capture ventajas prácticas mediante despliegues a corto plazo.

Los Sistemas de IA de China Ya Operan a Gran Escala

El contraste se vuelve evidente en el despliegue operativo. Xiong’an, una ciudad diseñada específicamente al sur de Beijing, ahora ejecuta sistemas de IA en múltiples funciones gubernamentales. La herramienta agrícola de DeepSeek ayuda a los agricultores con la selección de cultivos, el control de plagas y la planificación. La oficina meteorológica de la ciudad usa IA para mejorar las predicciones del clima. La policía la despliega para análisis de casos y decisiones tácticas. La línea de atención ciudadana 12345—que maneja cientos de miles de llamadas diarias—utiliza IA para clasificar y enrutarlas automáticamente.

Estas no son pruebas piloto experimentales. Funcionan como infraestructura básica. Modelos de lenguaje locales comparables a ChatGPT ya califican exámenes académicos, optimizan la logística, brindan orientación agrícola y apoyan diagnósticos médicos en instituciones como la Universidad Tsinghua. Líneas de producción autónomas y sistemas de control de calidad operan en fábricas textiles y automotrices sin intervención humana.

Estados Unidos desarrolla aplicaciones prácticas de IA de manera similar. Los dispositivos Pixel de Google realizan traducción de voz en tiempo real. Empresas estadounidenses aplican IA en documentación empresarial, investigación farmacéutica y gestión de cadenas de suministro. Sin embargo, Washington permite un desarrollo privado descentralizado en lugar de coordinar a través de una planificación central.

La Estrategia de Centros de Datos Refleja Prioridades Diferentes

Las decisiones sobre infraestructura ilustran aún más las filosofías contrastantes. Los centros de datos estadounidenses, a menudo instalaciones extensas, apoyan principalmente el entrenamiento de modelos masivos enfocados en capacidades de AGI. La infraestructura de IA de China adopta una forma diferente: instalaciones más pequeñas y distribuidas, optimizadas para ejecutar aplicaciones existentes a escala. Los controles de exportación de EE. UU. sobre semiconductores avanzados han limitado la capacidad de China para entrenar modelos enormes, empujando a la nación a maximizar la eficiencia del despliegue con la tecnología disponible.

Ambas naciones reconocen la importancia estratégica de la inteligencia artificial. Alibaba y DeepSeek han declarado públicamente sus objetivos de AGI. Sin embargo, los analistas sugieren que Xi podría moderar deliberadamente la inversión agresiva en AGI por ahora, enfocándose en consolidar ventajas prácticas mediante aplicaciones generalizadas.

El cálculo estratégico es fundamentalmente diferente. Una nación apuesta por un salto tecnológico que podría no materializarse en años o décadas. La otra acumula beneficios concretos—mejor gobernanza, mayor productividad, capacidades exportadas—a partir de sistemas que ya están en funcionamiento hoy.