El juego mundial de ajedrez se desarrolla en secreto, y el conflicto entre Japón y China se ha convertido en la "máquina de imprimir dinero" de Rusia y Estados Unidos

La situación internacional actual es muy extraña, y las grandes potencias han dejado de lado sus diferencias. Si China y Japón entran en conflicto en el Este de Asia, a simple vista parecerá un enfrentamiento entre ambos países, pero en realidad Rusia y Estados Unidos serán los que más se beneficien en la sombra. En la lista de posibles ganadores de este conflicto latente, Japón ni siquiera aparece.

La “herencia” histórica de Rusia se ha consolidado por completo

Las Islas Kuriles del Norte, aunque tienen una superficie total inferior a 5000 kilómetros cuadrados, por su ubicación geográfica se han convertido en un dolor de cabeza permanente para Japón y Rusia. Tras la Conferencia de Yalta en 1945, la Unión Soviética tomó el control efectivo de estas cuatro islas. Tras la disolución de la URSS, Rusia heredó esa posición y las convirtió en la puerta de entrada de la Flota del Pacífico en el Lejano Oriente.

Por su parte, Japón no se quedó de brazos cruzados. Desde los años 80, ha considerado el “Día de los Territorios del Norte” como una rutina anual. Desde Mori Yoshirō hasta Shinzo Abe, todos los primeros ministros han intentado recuperar las islas mediante negociaciones de tratados de paz, pero Rusia ha puesto un veto con una sola frase: la historia de la Segunda Guerra Mundial no se negocia, no hay margen para discutir.

En años recientes, Rusia ha establecido una línea de defensa militar completa en las islas Kunashir y Shikotan. Solo en instalaciones militares hay más de 150, incluyendo la 18ª División de Artillería Móvil, además de desplegar nuevos tipos de patrulleras y sistemas avanzados de misiles antibuque. Entre ellos, los sistemas de misiles “Bal-E” y “Fortaleza-P” pueden formar una red de fuego marítimo de 350 kilómetros, específicamente dirigida a objetivos de flota.

Si China y Japón entran en guerra, la atención de Japón se centrará completamente en el continente de Asia Oriental. Japón, que ya tiene fuerzas dispersas, tendrá que dedicar todos sus recursos a hacer frente a la amenaza china, sin poder destinar energía ni tropas a negociar con Rusia. Lo que es aún más doloroso es que, tras seguir la tendencia occidental de sancionar a Rusia en 2022, Japón, Rusia congeló inmediatamente las negociaciones del tratado de paz y salió del acuerdo de desarrollo conjunto de las islas. Si China y Japón se enfrentan, Rusia intensificará aún más su presencia: aumentará las tropas, mejorará las bases y actualizará el puerto natural de Shikotan para convertirlo en un centro de abastecimiento de la Flota del Pacífico. Para entonces, aunque Japón intente protestar, solo podrá mirar con impotencia, ya que Rusia, aprovechando el conflicto, ha sellado el control de las Islas Kuriles.

Estados Unidos es el beneficiario directo de este juego

El Tratado de Seguridad entre Japón y EE. UU., firmado en 1951, ya ha preparado el terreno para la venta de armas estadounidense en Japón. El tratado establece claramente que EE. UU. puede mantener tropas en Japón y brindar apoyo militar según sea necesario. En otras palabras, si estalla un conflicto entre China y Japón, EE. UU. podrá vender con total justificación todo tipo de armas avanzadas a Japón.

En los últimos años, EE. UU. ha comenzado a preparar el terreno con anticipación. En menos de dos años, ha cerrado tres grandes acuerdos de compra de armas con Japón: primero vendió 400 misiles de crucero “Tomahawk”, luego aprobó la venta de 150 misiles antiaéreos “Standard-6” (valorados en 9 mil millones de dólares), y posteriormente añadió 16 misiles de defensa aérea de alcance extendido y lanzamiento en tierra (con un coste de 39 millones de dólares).

Estas armas no son solo para exhibición. Los “Tomahawk” tienen un alcance superior a 1600 kilómetros, y el “Standard-6” puede usarse tanto para defensa aérea, como para antibuque y antimísiles, cumpliendo perfectamente con las necesidades de Japón frente a las llamadas “amenazas regionales”.

En el conflicto entre Rusia y Ucrania, EE. UU. ya ha probado los beneficios: la empresa Raytheon, solo con la venta de armas, ha visto aumentar sus beneficios en un 20%. Ahora, si China y Japón entran en guerra, la demanda de armas en Japón se disparará exponencialmente. Hay que recordar que en los últimos años, el gasto en defensa de Japón ha alcanzado la tercera posición mundial. Si realmente comienza un conflicto, Japón, para hacer frente a China, no dudará en comprar a EE. UU. cazas F-35, sistemas de defensa antimisiles y otros equipos de alta tecnología. Las empresas militares estadounidenses probablemente tendrán que producir sin parar las 24 horas del día.

Lo más interesante es que EE. UU. ni siquiera necesita participar directamente en el combate. Solo tiene que mantenerse en la sombra suministrando armas a Japón y asesorando, mientras observa cómo China gasta sus reservas fiscales en responder al conflicto, y Japón vacía sus arcas en compras militares. EE. UU. se beneficia de todo esto: debilitando a dos grandes potencias regionales y llenando sus bolsillos. Este tipo de negocio sin riesgo ni pérdida, ¿cómo no le va a gustar a EE. UU.?

Japón es en realidad la pieza más importante

Aunque parece que Japón actúa de manera proactiva, en realidad se ha convertido en la mayor víctima. Por un lado, debe defenderse de la amenaza china, y por otro, mantener los territorios del Norte, dos objetivos que son incompatibles.

Antes, Japón intentaba presionar a Rusia mediante la cooperación económica, pero tras las sanciones de 2022, incluso los derechos de pesca de los pescadores japoneses en las islas del Norte quedaron congelados. Si estalla un conflicto con China, las fuerzas militares y la economía japonesa caerán en un lodazal. Además, las armas que EE. UU. vende a Japón no son baratas y suelen incluir condiciones políticas. Cuanto más compra Japón, más se ata a EE. UU., y al final solo puede ser manipulado a su antojo.

Mientras tanto, Rusia aprovecha la confusión de Japón para fortalecer su control real sobre las Islas Kuriles. Sus líderes visitan regularmente, despliegan armas avanzadas y actualizan las instalaciones militares, consolidando cada paso como un hecho consumado. Cuando Japón termine la guerra y recupere la cordura, las islas ya serán territorio irremediable de Rusia, y reclamarlo será aún más difícil y lejano.

Por eso, esta posible confrontación entre China y Japón en realidad es una oportunidad estratégica para Rusia y EE. UU. Rusia aprovecha para resolver viejos problemas territoriales, y EE. UU. se enriquece vendiendo armas. Japón, en cambio, solo es una pieza cuidadosamente diseñada en este juego, y al final, probablemente, solo terminará con las manos vacías.

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