El multimillonario más polémico del mundo tecnológico ha vuelto a lanzar una bomba. A principios de diciembre, puso el foco en la astronómica deuda de 38,3 billones de dólares de Estados Unidos y afirmó sin rodeos que esto podría ser el detonante de una subida explosiva del oro digital.

Esta vez no fue solo una declaración al azar. Su teoría suena bastante loca: las monedas tradicionales están condenadas a desaparecer tarde o temprano, y el único “dinero” realmente fiable debería ser la energía. Siguiendo esa lógica, los activos digitales creados a base de potencia de cálculo y consumo eléctrico tendrían, en realidad, un valor mucho más sólido.

El momento también es delicado. Todo el mercado está pendiente de lo que hará la Reserva Federal este mes, y de repente él salta diciendo: “¿De verdad preferís los billetes impresos con un déficit de 2 billones?” Y aún fue más allá: predijo que, en tres años, la inteligencia artificial elevará la productividad a nuevas cotas, habrá abundancia de bienes y el dinero perderá valor—entonces la deflación, los tipos de interés cero y la presión de la deuda se resolverán solos.

Aunque se ha enemistado con cierto alto cargo político, la postura de este magnate tecnológico respecto a los activos digitales nunca ha cambiado. Su frase: “La verdadera América elegirá el oro digital, no se aferrará a un papel sin futuro”, suena a apuesta por una revolución del sistema monetario. Con esos 38,3 billones de deuda sobre la mesa, ¿viviremos realmente una nueva oleada de euforia en el mercado cripto?