Al releer "El problema de los tres cuerpos", me encontré con unas palabras de Liu Cixin en Wuzhen, en 2018, que me dejaron paralizado.

Dijo que el bitcoin podría ser un ejemplo de la tecnología yendo por delante de la ciencia ficción. Si miras las novelas de ciencia ficción anteriores, nadie escribió nunca sobre algo así. Ni siquiera los más imaginativos previeron que una cadena de código pudiera convertirse en dinero.

Decir esto en 2018 ya tenía su gracia. Pero visto desde hoy, es casi una profecía.

Sin embargo, lo que más me impactó fue la segunda parte. Liu Cixin dijo que la humanidad está migrando del mundo real al virtual, y que la cadena de bloques ha completado la pieza que faltaba en ese puzzle del mundo virtual: puede que algún día lo virtual se convierta en realidad, y lo real acabe siendo virtual.

Luego cambió de tema y dijo que la verdadera oscuridad no es que la IA sustituya a los humanos ni el desempleo masivo. ¿Cuál es la verdadera oscuridad? Que la humanidad no tenga que hacer nada y aun así pueda vivir cómodamente. Que caigamos en ese lecho de comodidad del que ya no podamos salir.

Al leer esto, sentí un nudo en el pecho. Porque yo soy de esos que quieren tumbarse en ese lecho de comodidad. Me paso el día revisando noticias on-chain, fantaseando con hacerme rico de la noche a la mañana; en el fondo, ¿no estoy buscando atajos?

Liu Cixin terminó diciendo que espera que, incluso si la humanidad acaba convertida en datos en una memoria, no pierda aquello que la hace humana.

No sé qué es eso. Pero sí sé que lo estoy perdiendo.