Se avecina un gran cambio. Fuentes afirman que la Casa Blanca se prepara para reducir los estándares de eficiencia de combustible; tanto funcionarios como fabricantes de automóviles confirman la medida. Esto supone que los fabricantes de automóviles tendrán más margen de maniobra, pero los objetivos medioambientales se verán afectados.

Por qué es importante: unos requisitos más laxos podrían transformar las estrategias de producción, las cadenas de suministro e incluso la demanda de materias primas. Los sectores energéticos tradicionales podrían salir beneficiados, mientras que el impulso de los vehículos eléctricos se enfrentaría a obstáculos.

Cambios regulatorios como este tienen repercusiones más allá de los automóviles: afectan al riesgo político, al sentimiento del mercado y a los flujos de capital. Vale la pena observar cómo evoluciona esto en los distintos sectores.