La esencia del trading no es ver quién gana más en una sola operación, sino quién sobrevive más tiempo.
Muchos principiantes ven el “All-in” como un acto de valentía e incluso lo romantizan como “el arte de ir con todo”. Pero para un trader, el All-in no es trading, es suicidio.
El principio matemático más básico y a la vez más ignorado en el trading es: el porcentaje de pérdida y el porcentaje necesario para recuperar esa pérdida no son equivalentes.
Cuando haces All-in y sufres una pérdida, tu capital disminuye y necesitas una subida mayor para volver al punto de partida.
Si pierdes un 10%, necesitas subir un 11,1% para recuperar. Si pierdes un 20%, necesitas subir un 25% para recuperar. Si pierdes un 50%, necesitas subir un 100% para recuperar. Si pierdes un 90%, necesitas subir un 900% para recuperar.
Una vez eliges hacer All-in y sufres una gran caída (por ejemplo, perder la mitad), en realidad te has puesto en una situación en la que necesitas “duplicar” para “salir de la trampa”. Conseguir un 100% de beneficio es exponencialmente más difícil que perder un 50%.
El trading es una partida de póker sin fin; el objetivo no es una explosión puntual, sino permanecer continuamente en la mesa. Diversificar no es cuestión de cobardía, sino para que, cuando inevitablemente sufras varias pérdidas consecutivas, aún te quede capital para recuperarte.
El principiante mira el beneficio, el veterano mira el riesgo. Cuando haces All-in, cualquier fluctuación normal del mercado (-3% o -5%) puede causarte una gran caída, y ese miedo hace que no mantengas las posiciones correctas o que, por pánico, cierres en el peor momento.
Tu posición determina tu mentalidad. Tras un All-in, dejas de analizar el mercado y empiezas a rezar al mercado. Pierdes lo más esencial de un trader: la calma y la objetividad.
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La esencia del trading no es ver quién gana más en una sola operación, sino quién sobrevive más tiempo.
Muchos principiantes ven el “All-in” como un acto de valentía e incluso lo romantizan como “el arte de ir con todo”. Pero para un trader, el All-in no es trading, es suicidio.
El principio matemático más básico y a la vez más ignorado en el trading es: el porcentaje de pérdida y el porcentaje necesario para recuperar esa pérdida no son equivalentes.
Cuando haces All-in y sufres una pérdida, tu capital disminuye y necesitas una subida mayor para volver al punto de partida.
Si pierdes un 10%, necesitas subir un 11,1% para recuperar.
Si pierdes un 20%, necesitas subir un 25% para recuperar.
Si pierdes un 50%, necesitas subir un 100% para recuperar.
Si pierdes un 90%, necesitas subir un 900% para recuperar.
Una vez eliges hacer All-in y sufres una gran caída (por ejemplo, perder la mitad), en realidad te has puesto en una situación en la que necesitas “duplicar” para “salir de la trampa”. Conseguir un 100% de beneficio es exponencialmente más difícil que perder un 50%.
El trading es una partida de póker sin fin; el objetivo no es una explosión puntual, sino permanecer continuamente en la mesa. Diversificar no es cuestión de cobardía, sino para que, cuando inevitablemente sufras varias pérdidas consecutivas, aún te quede capital para recuperarte.
El principiante mira el beneficio, el veterano mira el riesgo. Cuando haces All-in, cualquier fluctuación normal del mercado (-3% o -5%) puede causarte una gran caída, y ese miedo hace que no mantengas las posiciones correctas o que, por pánico, cierres en el peor momento.
Tu posición determina tu mentalidad. Tras un All-in, dejas de analizar el mercado y empiezas a rezar al mercado. Pierdes lo más esencial de un trader: la calma y la objetividad.