El ciclo de cuatro años de Bitcoin, dicho de forma mística, parece un destino; dicho de forma realista, es una pauta reforzada una y otra vez. Pero cuanto más alto se proclama, más evidencia hay de que no es una ley inquebrantable. El mercado está vivo: liquidez, políticas, comportamiento institucional, apetito global por el riesgo... basta con que una sola variable se descontrole para que el ciclo pueda romperse.
Cada vez pienso más que este ciclo es como un placebo para los minoristas, una forma de decirte: “Espera un poco más, subirá de forma natural”. Pero la realidad es que la estructura de los participantes ha cambiado: cada vez hay más peso institucional y ellos no siguen el manual. Tienen sus propias presiones de capital, juegos de posiciones y evaluaciones anuales; en cuanto aparece una grieta en el consenso, el ciclo de cuatro años puede adelantarse o retrasarse.
Por eso nunca tomo el ciclo como brújula, solo es un resumen histórico. Cuando llega el momento de actuar, lo que cuenta es la emoción, la liquidez y tu propio juicio. Los que se quedan mirando al pasado son los que más fácilmente se pierden el presente.
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El ciclo de cuatro años de Bitcoin, dicho de forma mística, parece un destino; dicho de forma realista, es una pauta reforzada una y otra vez. Pero cuanto más alto se proclama, más evidencia hay de que no es una ley inquebrantable. El mercado está vivo: liquidez, políticas, comportamiento institucional, apetito global por el riesgo... basta con que una sola variable se descontrole para que el ciclo pueda romperse.
Cada vez pienso más que este ciclo es como un placebo para los minoristas, una forma de decirte: “Espera un poco más, subirá de forma natural”. Pero la realidad es que la estructura de los participantes ha cambiado: cada vez hay más peso institucional y ellos no siguen el manual. Tienen sus propias presiones de capital, juegos de posiciones y evaluaciones anuales; en cuanto aparece una grieta en el consenso, el ciclo de cuatro años puede adelantarse o retrasarse.
Por eso nunca tomo el ciclo como brújula, solo es un resumen histórico. Cuando llega el momento de actuar, lo que cuenta es la emoción, la liquidez y tu propio juicio. Los que se quedan mirando al pasado son los que más fácilmente se pierden el presente.