El mercado de chips de memoria está llegando a un punto crítico. Las empresas de inteligencia artificial y los gigantes de la tecnología de consumo están inmersos en una guerra de ofertas por inventarios cada vez más escasos: los precios se están disparando para estos componentes cruciales que permiten a los dispositivos retener datos. Esta presión ya no afecta solo a smartphones u ordenadores portátiles; está estrangulando la infraestructura que sustenta los modelos de aprendizaje automático y la computación en la nube. Las limitaciones de suministro están transformando las estrategias de aprovisionamiento en todo el sector, con empresas apresurándose a asegurar contratos a largo plazo antes de que los costes suban aún más. Los efectos colaterales podrían retrasar lanzamientos de productos e incrementar los precios del hardware para todo, desde centros de datos hasta dispositivos de edge computing.