El Reino Unido está reduciendo los requisitos de capital para su sector bancario, alineándose con el reciente cambio de Washington respecto a las regulaciones posteriores a la crisis de 2008. Las instituciones financieras en Gran Bretaña pronto operarán bajo mandatos de reserva más ligeros, un movimiento que refleja la ola de desregulación de EE. UU. Este retroceso coordinado marca un giro significativo en cómo las principales economías abordan la supervisión bancaria, lo que podría reconfigurar la dinámica de liquidez y el apetito por el riesgo en los mercados globales. Si este alivio regulatorio resulta sostenible o imprudente sigue siendo la pregunta de mil millones de dólares.