El 19 de noviembre, el foro de inversión en Estados Unidos y Arabia Saudita estuvo lleno de tensión.

Musk ha comenzado a dibujar su utopía de nuevo: "En diez o veinte años, trabajar será como jugar videojuegos, lo harás simplemente por diversión." Habló con los ojos brillantes sobre su novela de ciencia ficción favorita:

"La civilización escrita por Iain Banks, donde el dinero no existe, y todos persiguen la creación artística y la exploración interestelar. Con la IA y los robots, esto puede hacerse realidad. Este es el único camino para erradicar completamente la pobreza."

Sin haber terminado de hablar, Huang Renxun, sentado enfrente, sacudió la cabeza. Cogió la tablet y la movió.

"Elon, ¿estás tomando la ciencia ficción como un artículo de sociología?" Deslizó la pantalla para mostrar datos, "mira esto: radiólogos, hace cinco años un montón de gente decía que la IA iba a quitarles el trabajo, ¿y qué pasó? La demanda de contratación aumentó un 35%. ¿Por qué? La IA les ayuda a acelerar el proceso, pueden revisar más casos al día y tener tiempo para hablar bien con los pacientes sobre su condición."

Jensen Huang golpeó la mesa con los dedos: "El trabajo no desaparece, pero la forma de trabajar definitivamente tiene que cambiar por completo."

Las dos personas hablaban cada vez con más entusiasmo. Musk admitió que la energía y los recursos realmente son un cuello de botella, pero una vez que la productividad de la IA explote, habrá tantas cosas que no se podrán consumir. Huang Renxun inmediatamente respondió:

"Aunque los robots pueden crear cualquier cosa, la gente seguirá fascinada por las cosas únicas. ¿Prefieres la Mona Lisa imitada por IA o el original pintado a mano por Da Vinci?"

Al final del debate, nadie convenció a nadie.

Elon Musk volvió y publicó un tweet en la plataforma X: "Reconozco el dolor a corto plazo que menciona el viejo Huang, pero a largo plazo, ese tipo de futuro 'civilizado' es imparable."